La odisea de Marassa Joyas comenzó en agosto de 1933, cuando Antonio Marassa dio vida a su sueño, forjando no solo joyas sino una historia de amor y dedicación. Diez años más tarde, el legado se enriqueció con la gracia y la inspiración de Paquita, su compañera de vida y musa.

Luego, en 1956 con la llegada de Eduardo, quien, imbuido del mismo fervor, se unió en matrimonio con Marta, su amor y aliada, perpetuando la tradición con devoción.

Hoy, después de 87 años, Marassa Joyas sigue siendo un símbolo de confianza y excelencia, un testimonio vivo del compromiso familiar. Yo, Daniela, tengo el privilegio de continuar este legado con el corazón pleno, honrando nuestra herencia y la pasión que nos une a cada uno de nuestros estimados clientes.